Las casas de Oncins, con sus gruesos muros de piedra y los tejados de losa tan característicos de la construcción en estas montañas, continúan desafiando al tiempo. Algunas casas presentan inscripciones con fechas que se remontan a 1620. También encontramos un vano decorado con la cruz de Sobrarbe.
El paisaje siempre sorprende a quien lo visita. La proximidad de La Peña Montañesa que se erige como un insondable paredón calcáreo, los verdes prados y la presencia de ardillas, aves rapaces y otros animales son los mejores reclamos para visitar Oncins.
Los atardeceres mágicos sembrados de colores, la piedra y la madera de sus construcciones, el color y el aroma de los campos en primavera y las asombrosas tonalidades del otoño, embriagan al visitante.
A pocos metros de las casas, se erige sobre planta rectangular con cabecera recta orientada al este. Se cubre con bóveda de cañón. La puerta se abre al sur en arco de medio punto monolítico.
Muy próxima al Monasterio, obra de mampostería con dos contrafuertes en las esquinas del muro de los pies. Presenta nave rectangular con cabecera recta y cubiertas con bóvedas de cañón. El retablo muestra una talla en madera de San Victorián (S.XVIII).
Textos: Pirinei